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lilith32

AMANTES

El marido es aquel que te desea, y el amante al que tú deseas.
El marido te protege, te mima, te busca….,y acabas casándote. Tiene algo de padre, de confort garantizado, para el presente y para el futuro, aunque luego dure poco.
Te envía bombones, se acuerda de que te gustan las flores, te saca a pasear, te lleva al fútbol……….
Lo del deseo es otra cosa. Aquel a quien tu deseas te mantiene en vaivén, juega, se escapa, vuelve te llama, te rechaza…,y ahí están los temblores, el “vivo sin vivir en mí”.
Amantes…Perfectos, guapos, perfectos porque siempre son fugitivos.
Algunas mujeres coleccionan sellos, mariposas, monedas, ropa interior, cromos, monedas….Yo colecciono amantes. ¡no veo que tiene de raro¡.
A los hombres les gusta mucho creer que creen que estamos locos por ellos.Estamos locas cuando queremos lo mismo que ellos, ó estamos locas simplemente cuando no aceptamos su discurso.
Por mi cabeza desfilan varios nombres de hombres con los que….
Luis era alguien que me daba algo que…Cuando permanecia varios meses perdido ante mis ojos volvía a encontrarme a disgusto conmigo misma y con mi cuerpo.
Los besos de Jesús eran calientes, muy calientes desde el primer momento que mi lengua y la suya comenzaban a rozarse,Su boca permanecía húmeda, derritiéndose junto a la mía cada vez que la unía.
Fantasías. Recuerdos e imágenes, así funciona mi vida.
Y cuando por fin consigo bajar de mi nube de algodón, me veo sentada, en la alfombra color gris perla que rodea la mesa cuadrada del comedor.Mi espalda descansa en el sillón acariciando una cerveza, observo las lenguas anaranjadas de la chimenea…
Oigo pasos. Se trata de Marcos.
Un baño caliente en una noche tan fría como esta es como hacer el amor. Es una sensación que permanece mucho tiempo. Te mantiene toda la noche caliente. Sonreía, de modo que le devolví la sonrisa, pero al mencionar el sexo me había agitado un poco.
Me desnudo, fuera camisa, fuera pantalones y en su lugar un cómodo y práctico albornoz que todavía conserva su mágico olor a suavizante.
Recorro los últimos pasos hasta llegar al baño y me paro justo delante del espejo.
Admiro asombrada mis ojeras y la débil comisura de mis labios…..¿Tanto he cambiado en tan pocos años?.
Mi albornoz resbala justo en el momento en que me hago la pregunta. Contemplo bien mi cuerpo, mi imagen me es un poco extraña. Mis ojos se clavan en el cuello largo y suave que sostiene mi cabeza. Es terso, sin arrugas.
Abro el grifo del agua fría, el agua empieza a golpearme las costillas, y mi boca, mi boca se abre para recibir el agua.
Doblo las rodillas y me siento en la bañera larga para mantener el pecho bajo el agua.
Pero mis pechos tienden a flotar revelando mi secreto con los pezones endurecidos.
La cerveza en el estómago vacío combinado con los efectos de aquel baño tan relajante contribuye a que me sienta algo aturdida.
Cierro los ojos, y siento deliciosas caricias de las manos de un Manuel imaginario y de los ásperos bordes de la esponja deslizarse por todo mi cuerpo.
Deslizo la esponja entre mis senos para pasarla por mi cuello, mis hombros, mis pechos, mi almeja, mi culito, y vuelve a subir hasta mis labios enjabonando la lengua.
La otra mano hace otro descenso, mientras el dedo corazón presiona entre los interiores
¡Es curioso!, Resulta tan fácil meter un dedo en esa raja….
Rodeo el clítoris con las yemas de los dedos incansablemente dando círculos en todos los sentidos. Abro los labios y los miro sorprendida, en estos momentos posee el aspecto de un pene visto a 5 metros de altura, sin embargo está duro, sensible a cualquier rozamiento de mis uñas.
Mi otra mano enjabona ahora con mas energía mis pechos y el culto a mi cuerpo se empieza a hacer mas prominente-
Mis caderas, mis caderas se arqueaban para buscar un opuesto vientre inexistente. Mi coño palpita y mis manos amasan los flácidos muslos.
El vapor sube y me humedece el rostro. No sé si son las hormonas alborotadas o el calor del baño lo que me hace sudar-
Mi brazo se vuelve pesado, cargado con el peso de su misión, hasta que la mano se detiene y los dedos se hunden en mis pliegues para recibir por fin el éxtasis.
Y una voz muy melódica me canta al oído.
Sabes que cuando la puerta está cerrada nadie se atrevería a entrar.
Miro alrededor. Me mece, alivia mi cuerpo y mi piel abrasada y me convierto un día más en la muñeca a la que podría acariciar durante todo el día.
Me envuelve en el albornoz y vacía la bañera dejando que se vayan por el desagüe el agua y la melancolía
Me lleva hacía la habitación y me deja caer suavemente sobre el caliente edredón.
Mis ojos ya están inyectados en deseo cuando el teléfono empieza a sonar y con él su eco.
Fantasías, recuerdos, imágenes….Todo esto floreció en mi mente cuando su voz inspiradora fue susurrándome oído.
Veras….te imagino aquí, conmigo, tendida a mi lado, o de rodillas y deseo con todas mis fuerzas emplearme a gusto en disfrutar de ti. Y por eso voy a quitarte el albornoz, suave muy suave, preparándote para mí….
Te acaricio la nuca primero, mientras mi boca bebe de tu boca y tus muslos atenazan a los tuyos.
Van bajando mis dedos hasta tus hombros y desciende tu boca marcando por tu pecho manchado de saliva. También se mojan tus piernas entre mis muslos….¿no lo notas?.di..
Abandónate, no tengas miedo, estoy aquí, ¡vamos ánimo!.¡oh! mira que obediente que es mira cómo se ha puesto de grande, no te cabria en la boca, seguro.
Espera un momento, no cuelgues antes quiero lamerte esa gotita de flujo que resbala por tus muslos.
¡ya!, y ahora, bésame e intenta averiguar el sabor de mi boca, mientras voy deslizándome por tu vientre hasta encajarme en ti.
Venga…venga…así.. hasta que entre gemidos te suplique que te pares y acabes.
Así se te caiga a rodajas..-y colge.
¿Quién era?, preguntó
¿cielo?.
No obtuvo respuesta, excepto el enorme portazo que estrello contra el cristal de la escalera
Su mayor problema era el de no haber pasado de los treinta y tener dificultades en ejecer lo más comprometedor, aunque a pesar de su tardía juventud no aguantaba mucho, se
Estiraba y se aflojaba. Para mí estaba declarado como un insolvente sexual.
A veces me había sorprendido bajando desde mi boca dejando surcos de saliva y alisando las cerezas que ojalá hubiese mordido alguna vez.
Pero está claro que cuando un hombre cierra el grifo una tiene que arreglárselas como puede.

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