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lilith32

98 CARTAS

Algunas relaciones nunca están demasiado claras, no tienen ni principio ni final y son las que más cuestan de superar.
Con Marcel, uno de mis últimos hombres, nunca se pronunció la palabra novio o novia, ni la frase “te quiero”.Jamás llegábamos a salir cogidos de la mano y de vez en cuando, hacíamos el amor. No estoy segura de cuando lo dejamos y de quien dejo a quien, pero si de que Marcel es una persona importante en mi vida.
El pequeño problema es que lo veo periódicamente dadas las circunstancias de nuestro trabajo, A veces estoy simpática y charlamos con cierta normalidad, incluso hacemos referencias ocasionales a nuestras experiencias compartidas. Otras veces estoy tan rabiosa que me gustaría encerrarle en una habitación y mantener exactamente la conversación que nunca tuvimos, para si conseguir entender por qué lo dejamos.
La mayoría de tiempo intento simplemente seguir con mi vida, evitarle y olvidarle. El que un hombre no te atraiga nada más conocerle no significa que no pueda gustarte con el tiempo.
En estos momentos, admiro a Lilith, la mujer que Díos expulsó del paraíso porque no se quiso someter a la voluntad sexual de Adán.
Tal vez sea divertido como amigo o ideal para echar una canita al aire. Es posible que se vuelva más serio y siente la cabeza algún día, pero esta claro que necesita tiempo para madurar.
Afable y aparentemente sensible, su gran defecto es la desgana que muestra a la hora de abrir su corazón. El podría pensar que, en cierto modo, no es de hombre confiarte sus problemas y que ello haría que lo menospreciaras. Es tremendamente atractivo, y prefiere oír cosas acerca de tu vida anterior que ahondar en la suya. Tal vez esté avergonzado de su pasado humilde o quizás se presenta a sí mismo como un producto atractivo.
Y es que, lo tengo que reconocer. Me enamoré perdidamente de sus cartas.
Cada mañana las esperaba impacientemente. Sus contenidos me resultaban sumamente exquisitos. Ellas me abrazaban cuando estaba triste, me besaban cuando mis labios ardían de deseo. Me escuchaban cuando estaba sola. Ellas me acariciaban, me poseían, me penetraban hasta lo más hondo de mi cuerpo y de mi mente.
Al abrir las cartas me imaginaba una sonrisa dibujada en su alargada cara. Mientras, iba desnudando las hojas del sobre, mis manos conseguían por fin encontrar aquella cremallera de sus tejanos gastados, y los deslizaban hacia abajo hasta quedar escondidos entre nuestras ropas. El sobre, una vez recortado siempre por el mismo lado, me hacia recordar que eran como sus piernas, siempre abiertas, eternamente para mi.
Once de la noche, sensación grada de ropa abrigada, sensación de que el día se va para nunca más volver. Lentamente, la palpitación y el calor cobran fuerza en mi cuerpo. El dorso de mi mano se convierten en una capa de sudor frío cuando doblo la última hoja de mi carta y la meto dentro del sobre.
Temblaba de excitación, pero no paraba de pensar en que quería volar hacia el centro de lo prohibido y aprender todos los secretos ocultos que relataban las palabras en su última carta.
Tengo poco tiempo, lo que realmente me importa es alcanzar a verlas……otra vez. Las voy a poder abrazar, bien fuerte. Más que abrazarlas, lo que quiero es que me arropen con sus rimas, que me inciten con sus tildes, que me desnuden con sus preguntas.
Y mi sobre, un día más quedará lacrado con su saliva, la misma que había recorrido mis pezones el último día que me vio desnuda.
Eran las seis y diez en mi reloj, y los dedos de Marcel se movieron cautelosamente entre los hirsutillos pelillos de mi cueva. Luego introdujo un dedo, después otro, internándose lentamente en el profundo agujero húmedo, suave, flexible.
Primero fueron toques ligeros, luego presionando, frotó y jugueteo, apretó el pulgar y los dedos, después soltó una frase torpe-¿lo hago bién?.-preguntó. Lo haces muy bién ¿Quieres llegar?
No, ahora no y yo me sentía transportada como una burbuja de agua sobre una hoja, sin saber que iba a ser mi al momento siguiente.
Tenía miedo de alzar los ojos, temía que viera en mi el deseo incontrolable y me considerase una mujer demasiado lasciva.
Mis caderas con voluntad propia, se apretaron contra las suyas. Mis pechos se pusieron más turgentes, mis pezones más duras. Y entonces me descubrí a mi misma restregando los muslos contra los suyos, frotando el clítoris con su pene.
Al parecer, los dos queríamos prolongar las cosas al máximo, multiplicar el tiempo con la esperanza de poder resistir más-
Empezaba a dolerme el estómago, cosa que me ocurre cuando me excito demasiado sin llegar al clímax. Me empezaban a temblar las piernas y tuve que combatir el impulso de cerrarlas en torno a su pene. Era consciente de que mi orgasmo se iba preparándose en mi interior.
Noté como se estremecía dentro de mí. Su semen surgió una, dos o tres veces, y luego, tras un momento mas su voz resonó en mi oreja con otra pregunta torpe.
¿Has llegado cielo?, mis ojos lo contestaron todo.
Me cogió de la mano y me besó. Incansablemente colocó de nuevo su pulgar en mi agujerito y volvió a jugar con él.
Un pene enorme, no el más largo, pero era un tío bien parido en ese sentido.
Había que abrir la boca de par en para poder chupársela, pero claro, tampoco era cosa de empezar a tener arcadas.
Tenía que pararme a menudo para poder recobrar aliento como excusa para poder contemplar los enormes resultados que conseguían mi lengua unida a la boca.
-Eres una putilla con dientes, por favor, no la muerdas me haces daño.
…………….Aquellas que me cubrían el cuello de suaves y profundos besos, que hacían el amor sin tocarme a través de la distancia, a través del olvido, a través de los sellos.
Algunos textos quedaron bloqueados en mi mente y encerradas sus cartas con el precinto de un largo suspiro para siempre.
Inspirada por un pensamiento repentino, deslicé la mano derecha hacia sus testículos y se los acaricié con suavidad. El efecto de mi manipulación fue maravilloso. Se hundió bajo mi cuerpo con estremecimientos tumultosos con todo el trasero palpitante de placer. Experimente entonces un bendito éxtasis al tiempo que me corría.
No tardé mucho rato en volver a buscarlos y en situar su pene de nuevo en un terrible estado de deseo, lleno de una lujuria insatisfecha y furiosamente excitado.
Situó su pene rígido contra los labios húmedos de mi coño, y luego empujó con intensidad. La introdujo bien adentro y enterró su hermoso glande.
Luego, un verdadero huracán de actividad sexual pareció apoderarse de nosotros. Me encantaba parar en mitad del trote y mirarle a la cara de sorprendido que llegaba a poner cuando mi espalda bailaba al son del sonido del flujo.
Me eché a reír para demostrarle que sólo estaba jugando un poco, y que lo podía hacer interminable con sólo proponérmelo.
Aún recuerdo con cierto encanto el último día que me penetró, el último que me beso….Descubrimos nuestras almas, pero no nuestras partes más confusas.
Un bombón que prometía dulces sorpresas y poco convencional para despertar fantasías femeninas.
Si tuviera en sus manos laceración del universo dibujaría un mundo y una sociedad que lo habitara a base de líneas curvas de mujeres desnudas.
Constructor de sueños, arquitecto de imágenes, diseñador de fantasías; tal vez no pudo evitar nunca que su vena artística impregnase su manuscrito.
Breves arcos de triunfo coronan algunas palabras escritas, con lo que demuestra que emprende enseguida el vuelo hacia otro objetivo justo después de haber alcanzado la meta anterior.
No debería ser así. Adán y Eva no salieron a tomar una cerveza para hablar de negocios, del aborto y de la nueva campaña de publicidad de la Coca-cola, para después darse un masaje y prometer que se llamarían la semana que viene…..No debería ser así. El jardín del Edén, allí sabían lo que era cada cosa, dónde estaba y para qué servia.
Releí las cartas, quemé mentiras.

1 comentario

elconfesor -

inspira cierta pasion pero no decubre toda la verdad de esa relacion...se vislumbra intensidad, sexo, amor, admiracion...tal vez es que lilith era muy niña